todos

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Sonríe, que yo estoy aquí sonriendo gracias a ti.

domingo, 22 de febrero de 2015

Un corazón roto en Navidad





El Inicio.

Veintitrés de Diciembre, once de la mañana.

Día soleado. Maletas listas, resto de equipaje enviado. Teléfono desconectado. Despedida de Josh, Carly y Melissa a las dos de la tarde Celebración de la graduación a las tres y media de la tarde. Entrega de las llaves de mi apartamento a las seis de la tarde y vuelo a casa a las ocho de la tarde.

Mañana será un día perfecto.
Por favor Dios, como regalo de navidad te pido que ella encuentre su lugar. Quiero que sea feliz.

Sandra había organizado su día cuidadosamente. Todo estaba preparado y dispuesto para regresar a casa en
Nochebuena. Sería una gran sorpresa para su familia y para su prometido, ya que la navidad anterior tuvo que quedarse a finalizar algunas prácticas. Todo fuese por terminar su postgrado cuanto antes. Ansiaba ya ver a su madre y a su tía –y jugar a tratar de diferenciarlas, ya que como gemelas se parecían mucho y tenían la extraña obsesión de no querer diferenciarse la una de la otra, según le había contado su padre– extrañaba jugar ajedrez con su padre mientras el sol se ponía y un chocolate caliente despedía su aroma desde la cocina y, por supuesto, tenía muchísimos deseos de ver a Siwon, su prometido, primer y único amor.

En los últimos meses, había estado un poco raro en sus conversaciones telefónicas y no había reemplazado la cámara del ordenador, así que no habían podido volver a hacer video llamadas, lo que le había extrañado bastante.

Además, deseaba decirle que gracias a su dedicación y esfuerzo había podido adelantar los cursos suficientes para graduarse dos semestres antes. Así que este mismo fin de año podrían comenzar a planear su boda, tras siete años de noviazgo.

Sin embargo, había una persona a la que no le entusiasmaba ver, su prima Lizheth. Se llevaban solo un mes de edad, ya que en cuanto su tía supo que la madre de Sandra estaba embarazada decidió que ella también debía quedar en cinta. Cosas de gemelas, supuso Sandra. Ambas mujeres quedaron muy decepcionadas cuando nacieron dos hermosas niñas, no cuatro, como habrían querido.

Pero eso no las desanimo, al contrario, les dio mucho que hacer. Desde ropa hasta comida, pasando por juguetes y amiguitos. Todo debía ser igual para las dos niñas. De pequeñas fue normal, incluso hasta divertido. Los problemas comenzaron en el instituto, cuando las jóvenes cumplieron dieciséis años. Aunque sus respectivas madres querían seguir comprándoles la misma ropa, Sandra no lo deseaba y así se los hizo saber, ganándose el primero de muchos castigo por su rebeldía.

Su padre era muy comprensivo e intentaba agradarla comprándole cosas distintas a las de su prima pero, de una u otra manera, Lizheth terminaba con algo igual o Sandra perdía aquella cosa distintiva que tanto su madre como su tía odiaban verle puesta.

En la escuela era más sencillo, sus compañeros las diferenciaban con bastante facilidad. Mientras Lizheth era animadora, presidenta del comité de actividades y asesora de imagen para todas las chicas que así lo desearan. Sandra era la empollona, la chica estudiosa que pasaba sus sábados en la biblioteca.

Y debido a esto, era víctima de crueles comparaciones y burlas. Sobre todo por parte de los muchachos que le gustaban y terminaban saliendo con Lizheth, ya que en sus palabras ―era una mejor versión de ella que ella misma. Sandra estaba cansada, si se quejaba era castigada y si no hacía nada su prima la pisoteaba en la escuela y era mimada en casa.

Teniendo todo eso en mente, Sandra presentó su solicitud en una universidad lejos de su hogar. Aunque las universidades de Canadá eran muy buenas, decidió que quería estudiar veterinaria en Corea. Su padre, como sabía que sucedería, estuvo completamente de acuerdo y la apoyó desde el inicio. Realizó los exámenes y entrevistas, y no dijo nada a nadie más hasta que su carta de aceptación llegó, justo antes de la graduación.

Su madre le suplicó que no viajara antes del baile, quería fotos de su única hija en ese día tan importante y Sandra aceptó, aunque sentía que algo malo ocurriría. Su instinto no estaba tan errado, puesto que dos cosas sucedieron ese día. Una, un hermoso chico llamado Siwon, que era nuevo en la ciudad y fue invitado por uno de sus primos al baile, paso casi toda la celebración con ella. Dos, cuando Lizheth fue nombrada reina del baile y sus padres estaban prestándole toda la atención mientras le hacían entrega de la corona... sucedió el desastre, alguien dejé caer un vaso de ponche en la espalda de Sandra.

Su vestido quedó arruinado, aunque eso no le importó mucho a Sandra ya que éste era una versión azul del rosa que llevaba su prima. Lo horrible fue que tuve que irse sin siquiera despedirse de Siwon, que estaba ocupado fuera con su primo. Supo que todo había sido planeado cuando miró a su prima y la vio sonreír abiertamente mientras la miraba fijamente desde la tarima.

Después del baile, su madre trató de convencerla para que se quedara pero ni con la intervención de su tía fue posible. Sandra estaba decidida y nadie la haría cambiar de opinión. Su padre la sorprendió entregándole un billete de avión cuando su prima lloraba falsamente por lo mucho que extrañaría a su casi hermana. Puaj, esa frase aún le daba ganas de vomitar. Se despidió sin mucha emoción de las mujeres de la casa y pasó a despedirse de su padre. Cuando lo abrazó recibió otra sorpresa que no se esperaba.

Mientras abrazaba y sollozaba en el hombro de su padre, éste le deslizó unos papeles en el bolsillo de la chaqueta y le susurró al oído las palabras que hasta el día de hoy la mantenían de pie y la hacían seguir adelante a pesar de la falta de apoyo por parte de las mujeres de su familia.

―Se fuerte Sandy, nunca te rindas y si tienes algún problema no dudes en llamarme a mí o a tu tío. Siempre has sido nuestra favorita y ahora que ayudarte no es motivo de pelea en nuestros hogares lo haremos cada vez que lo necesites. Te amamos Sandy y estamos muy orgullosos de ti.

Sandra se mordió el labio para no llorar y se alejó de su padre. Después, en el avión revisó los documentos de su bolsillo y lloró de felicidad al encontrar una carta de su tío, contándole lo mismo que su padre. También halló la información de la cuenta bancaria que le habían abierto y los papeles de un apartamento que habían alquilado en una residencia de estudiantes cerca de la universidad donde Sandy había sido aceptada.

Esos eran los tesoros que la acompañarían en su nueva vida.

Sandra murió el día que dejó Mexico y Sandy nació en cuanto hizo amigos en el edificio donde vivía. Siempre le había gustado que su padre la llamara así, pero su madre no lo aprobaba, así que su padre la llamaba de esta manera cuando estaban solos. Era su secreto y ella lo amaba por eso.

Josh, Carly y Melissa fueron la combinación que Sandy necesitaba para olvidarse de todos sus problemas. Los tres estudiaban en la misma universidad y, por si eso fuera poco, todos estudiaban lo mismo que Sandy. Así que vivían juntos, compartían clases juntos y juntos sacaron adelante la clínica que los padres de Melissa abrieron para ella cerca de la universidad. Su vida era ahora tan magnífica que Sandy temió que fuese un sueño.

Aun así, después de vivir allí tres meses descubrió que no era un sueño y algo más iba a suceder para alegrar su vida. Una llamada telefónica un sábado a las ocho de la mañana fue lo peor. Sandy quería lanzar lejos el teléfono y seguir durmiendo, pero pensar que tal vez era su padre la hizo contestar. La voz al otro lado del teléfono la despertó del todo y la hizo sentarse en la cama con un sencillo,

—Hola Sandra.

Reconoció la voz de Siwon y su corazón dio un vuelco, ¡¡la estaba llamando!!

Después de intercambiar saludos y de que él se disculpara por despertarla, le explicó que después del baile se había enterado de lo sucedido y había tenido una gran discusión con su primo. Siwon había ido a Mexico por vacaciones y casi volvió de inmediato a la universidad. ¡Sorpresa, ella no sabía que él era un universitario!. Su primo se había disculpado y para disculparse le había conseguido el número de Sandy antes de que viajara a New York. Ahora que estaba instalado de nuevo, decidió que era el momento de llamarla.

Después de esa llamada telefónica, Siwon y Sandy hablaban a diario por teléfono o por internet. Sandy había recibido un ordenador como regalo de cumpleaños y, haciendo turnos en la clínica de Melissa, había conseguido con que comprar una video cámara. Su primer año fue idílico y saber que así sería el segundo fue suficiente para soportar a su familia en las festividades.

Las cosas en su casa habían cambiado radicalmente, su madre había convertido el antiguo cuarto de Sandy en un estudio para Lizbeth, así que Sandy tuvo que quedarse en el cuarto de huéspedes. Su tía la miró con desaprobación y frunció los labios al ver que su largo cabello no se parecía al corto cabello de Lizbeth. Sandy casi se ahogó conteniendo la risa.

Ella había llamado a su tío un poco antes de viajar y cuando le había contestado

'Hola Sandra', supo que alguien escuchaba la conversación, así que le dijo que quería cortarse el cabello. Ahora se podría divertir gracias a ello.

Las festividades pasaron rápidamente y, aunque algunas prendas de su ropa desaparecieron o sufrieron accidentes irreparables, Sandy se sintió bien de haber regresado, ver a su tío y a su padre bien valía el esfuerzo de soportar al resto de su familia.

Pronto pasaron cuatro años más y Sandy era muy feliz. Se acercaba su graduación en la universidad y, aunque no sabía que haría después, estaba segura que la vida le traería más cosas buenas. Ese fin de año, Siwon viajó a Mexico para verse con Sandy y ser
presentado oficialmente como su novio. Como era de esperar, los hombres de la familia estaban contentos de verla vivir su vida; las mujeres, por el contrario, estaban muy enojadas con Sandy por no haberles contado antes. Fue una celebración llena de tensión y malas miradas.

Siwon y Sandy se escabulleron y ella le demostró cuanto lo amaba entregándole su virginidad. El acto fue un poco doloroso, pero muy mágico. Sandy no quería separarse de S, pero después de hablar, entre ambos llegaron a la conclusión de que Sandy debía hacer lo mismo que sus amigos y quedarse a hacer un postgrado en Corea. La noticia no fue bien recibida por todos, pero Sandy estaba feliz ya que una vez más recibió un abrazo y unos documentos en su chaqueta, solo que esta vez su tío no se quedó fuera de la despedida.
Siwon había terminado sus estudios el año anterior y había comenzado su postgrado también en New York, así que ambos se despidieron y regresaron a sus respectivas universidades. Sandy empezó a pensar en casarse y Siwon la sorprendió leyéndole la mente al decirle que había decidido pedir su traslado a Mexico para empezar a trabajar y poder comprar una casa para cuando ella regresara. A él le quedaban un año y medio de posgrado y a ella dos y medio. Así que Sandy comenzó a adelantar clases y hacer todo lo posible, incluso no viajando ese fin de año para poder adelantar materias.

Ahora cosecharía los frutos de tanto esfuerzo. Ya tenía los títulos que certificaban su postgrado y había puesto en orden todos sus asuntos aquí. Regresaría a su nuevo hogar.





                                         

El Problema.


Kyu Jong sintió un cosquilleo en la nuca, eso nunca era bueno. Siempre que sentía eso significaba problemas. Por favor que los estúpidos exploradores no hayan caído en una grieta de nuevo.

Un grito cortó el aire y Kyu corrió hacia el lugar lo más rápido que pudo. Al llegar allí casi estalló en carcajadas. Dos hombres adultos huían de una pequeña foca que se había perdido ,y por el olor a pescado frito, se había arrastrado hasta allí.

Kyu se acercó al lugar y saltó hacia adelante cuando vio a una de las mujeres que se preparaba para lanzar una gran maleta hacia la foca.

—Detente o serás tú lo siguiente que sea lanzado —gritó Kyu, captando la atención de todos.

Afortunadamente, la loca mujer bajó la maleta y comenzó a sollozar. ¡Dios, no soporto las lloronas¡, pensó Kyu y se acercó a la foca, quien hábilmente había capturado el pez frito y estaba buscando una manera de escapar.

—Tranquila pequeña, no te harán nada. Ven conmigo y te llevaré de regreso a tu manada —dijo Kyu en una voz tan dulce que casi no parecía provenir de los casi dos metros de musculo magro cubiertos con ropa impermeable.

La foca lo miró con sus ojos negros llenos de esperanza y comenzó a seguirlo, Kyu la guió hacia su manada y regreso con los humanos.

A veces, era más fácil tratar con animales que con gente. Bueno, por esa razón había decidido especializarse en zootecnia y biodiversidad y había acabado trabajando aquí, en el Polo Norte cuando podría haber seguido la tradición familiar. Sí claro, como si eso hubiese sido de su agrado alguna vez.

De repente, Kyu fue consiente de un pequeño cambio, los humanos estaban más tranquilos y ya no querían explorar. Querían regresar al campamento y marcharse.

Tras sólo cuatro horas de exploración.

Después de pagar por adelantado dos días… esto no era normal, algo raro sucedía y mucho se temía Kyu que tendría que devolverles el dinero. Lo cual era una lástima porque estaba destinado a ayudar a mejorar las instalaciones para limpiar pingüinos, para cuando algún buque ensuciara el agua y esos preciosos animales corrieran hacia donde estuviese Kyu buscando ayuda.

Era increíble cómo los animales confiaban en él.

Un movimiento verde y rojo lo sacó de sus ensoñaciones. Allí, en la colina de nieve, justo detrás de los hombres y mujeres que se marchaban, estaba su hermana observándolos con ojos de ternero degollado.

—Lo siento Kyunnie, es una emergencia —dijo el pequeño niño sin salir de su adusto escondite.

Tendría que esperar que los demás se alejaran antes de poder hablar con el. Ojalá tuviese una muy buena explicación, de lo contrario no podría sentarse por varias semanas después de la zurra que Kyu le daría.

*****

Sandy llegó a las diez de la mañana del veinticuatro de Diciembre a su casa. La decoración era tal como la recordaba, luces, colores y adornos por doquier. Una sonrisa adornó su rostro mientras pensaba en su padre y su tío. Seguramente estaban viendo televisión o charlando animadamente en algún lugar alejado de la cocina. Suspiró antes de acercarse y llamar a la puerta. No quería que su madre se enojara porque no le avisó de su llegada o alguna otra tontería. No, esta navidad sería perfecta.

—¿Sa...Sandy —no fue su madre quien abrió la puerta, era Siwon.

Sandy sonrió y sus ojos se iluminaron mirando a su guapo prometido. Cuánto lo amaba. Pero, los ojos de Siwon reflejaban dolor y pena.

¿Qué sucedía? Es más, ¿qué hacía él en su casa?

—Amor, ¿quién es? —dijo una voz que Sandy difícilmente podría confundir y apenas pudo resistir las ganas de llorar al ver las manos de Lizbeth abrazar la cintura de Siwon desde atrás.

Siwon miraba el suelo y Sandy quiso correr, pero antes de poder hacerlo su prima ya estaba gritando emocionada.

—Mamá, tía, Sandra está aquí.

Al mirarla, Sandy reconoció el triunfo en su rostro. Sandy miró con ira a Lizbeth y, por primera vez en su vida, quiso golpearla y gritarle lo que se merecía, pero sus pensamientos debieron ser muy transparentes ya que Lizbeth movió su manos hacia abajo mientras le preguntaba a Sandy con una gran sonrisa

—¿No vas a felicitarnos?

Y Sandy comprendió que ya había perdido la guerra. Su prima estaba embarazada y Siwon no trató de desmentirlo, ese bebé era de él.

Lo siguiente sucedió muy de prisa, su madre y tía enviaron a Siwon a buscar a los demás hombres de la familia mientras guiaban a Sandy a la sala para informarle que la boda entre Lizbeth y Siwon sería pasadas las fiestas
de fin de año.

Mostraban abiertamente su disgusto por haber llegado sin avisar y le advirtieron que no le permitirían seducir al prometido de su prima.

Eso fue la gota que colmó el vaso. Aquí la zorra no era ella y así se los hizo saber.

—Él era mi prometido, ¿por qué no impidieron que ella lo sedujera?

No esperaba lo que sucedió a continuación, su madre la abofeteó tan fuerte que en los oídos le quedo un pitido y sintió la sangre resbalar de su nariz.

—No te permito que hables así de tu prima, si no puedes ser educada será mejor que te vayas —dijo su madre con voz inflexible y Sandy sintió las lágrimas derramarse por sus mejillas, acababa de ser echada de casa de sus padres.

Lizbeth se situó frente a Sandy y, mientras le sonreía, decía con su voz más acongojada

—No tía, por favor no la eches, es como una hermana para mí y quiero que sea mi madrina de boda.

Sandy no podía creer lo que oía, jamás sería su madrina de bodas. Abrió la boca para replicar pero la siguiente frase de su prima la dejó helada.

—Además, no quiero que odié a mis bebés.

¿Bebés? Ahora todo era claro. Su madre y su tía le perdonarían lo que fuese ya que ahora les daría lo que ellas anhelaban, otras gemelas –o gemelos– en la familia.

—Bien —dijo su madre—, sólo porque tu así lo quieres, Lizbeth. Y tu Sandra, deberías darle las gracias a tu prima.

La cara de disgusto de su madre y la de satisfacción de Lizbeth fueron demasiado para Sandy, sin decir palabra salió de la habitación, sólo para chocarse con Siwon.

—Sandy, lo siento yo...

Sandy interrumpió sus palabras levantando una mano y negando con la cabeza.

—No quiero escuchar nada de ti —siseo Sandy entre dientes—. Y felicitaciones por tus bebés.
Sandy no vio el ceño fruncido de Siwon, ni la urgencia con que caminó hacia la habitación de la cual Sandy acababa de salir, ya que ella acabó de pronunciar esas palabras y corrió hacia la entrada. Allí se encontró con su padre y tu tío. Ambos la miraron con sorpresa y preocupación.

—¿Cariño que ocurre? —preguntó su tío.

Sandy recibió el pañuelo que su padre le tendió y, mientras hacia un pequeño resumen de lo sucedido, se limpió el rostro.

—Pero se supone que Siwon y tú habíais terminado hacía más de un año — dijo su padre conmocionado.

Tras un gran suspiro, su tío dijo lo que Sandy ya estaba pensando.

—Eso dijo Lizbeth. Pero veo que no era verdad.
—Su tío la miró con tristeza y susurró con voz rota—. Nos alegra verte Sandy, pero jamás hubiésemos querido que sufrieras así, habríamos preferido que no vinieras.

Sandy sintió en su voz y sus palabras las lágrimas que amenazaban con quebrar a una de las personas que ella más amaba. Así que tomó fuerza y decidió hacer lo que parecía la única solución.

—Regresare a Corea, hoy mismo si es posible. Si no, pasare la noche en un hotel y me marcharé cuando pueda.

Su padre y su tío se miraron el uno al otro y luego su padre le entrego un sobre rojo. Sandy lo abrió para descubrir un billete de avión para utilizar en la fecha que se deseara. Ellos sabían que sufriría al regresar y tenían listo el regalo perfecto en caso de necesidad.

Sandy los abrazó y se marchó por la puerta de la cocina tras de pedirles que enviaran el resto de su equipaje a la clínica veterinaria de Melissa. Ella los llamaría en cuanto estuviera de regreso en Corea.

Si Sandy hubiese esperado unos minutos más antes de partir, habría escuchado el gran alboroto que se formó en la sala. Allí, una desconsolada Lizbeth lloraba y suplicaba, mientras su madre y su tía parecían estar asombradas. Cuando los hombres de la familia preguntaron, fue Siwon quien les informó todo: Lizbeth no esperaba gemelos, estaba embarazada de tres meses como había asegurado. Él no se casaría con ella y tampoco había roto el compromiso con Lizbeth.

Lizbeth les había mentido. Seis meses atrás, Siwon había bebido de más en una fiesta y había confundido a Lizbeth con Sandy, él no volvió a tocarla después de eso, pero dos meses después, ella le había dicho que esa noche había quedado embarazada. Él no lo creyó pero ella llevaba una prueba de embarazo que lo confirmaba, estaba embarazada y las fechas coincidían. Siwon le había prometido que se haría cargo del bebé.

Pero nunca habló de boda. Ella lo había inventado todo y cuando él quiso desmentirlo, ella se puso enferma y tuvo que quedarse callado para no lastimar al bebé. Ahora se arrepentía profundamente de no haber hablado antes.

Cuando Siwon quiso buscar a Sandy, fue el padre de Lizbeth quien le dijo que no se molestara. Ella se había marchado y lo mejor era que la dejara en paz. Ese bebé necesitaba a su padre y Sandy necesitaba un hombre libre para amarla. Si Siwon en verdad la amaba, debía dejarla ir.

Esa tarde, Lizbeth fue enviada a su habitación y las demás mujeres de la familia se
enfrascaron en cosas de cocina para dejar de lado el problema. Pero cuando llegó la noche y Sandy no apareció, preguntaron a los hombres pese a que ya sabían la respuesta.

La joven se había marchado.



                                        



El Camino.

—Sabes que no debes estar aquí, Jun—dijo Kyu mirando fijamente al pequeño que ahora se hallaba frente a él.

Había crecido mucho en este último año. Ahora su frente casi le llegaba al hombro. Y su belleza era innegable., Su cabello negro, piel blanca y ojos obscuros le recordaba a sus padres. Su genética los habían hechos distintivos en el sitio donde vivían y esa había sido una de las razones por las cuales Kyu había decidido irse.

Antes que pudiera viajar en sus recuerdos, Jun lo miró con los ojos llenos de preocupación.

—Lo siento hermano, pero es una emergencia. Él te necesita.

Tres palabras que Kyu no quería escuchar. Él te necesita, eran siempre el inicio de aventuras insólitas y absurdas. Él siempre tenía un plan que no compartía con nadie y, sólo cuando todo resultaba más o menos bien, Él decidía revelar una parte de lo que había hecho. Había emparejado a varios de sus amigos, arreglado problemas familiares y limado asperezas entre rivales. Su habilidad era irrefutable, pero sus métodos... bueno... esos eran bastante cuestionables.

Y ahora, lo necesitaba. Seguro que quería tenderle una trampa a alguno de sus amigos y requería de sus servicios como cebo. De nuevo.

Kyu quiso negarse, pero lo pensó mejor. Estaba donde estaba porque aquel hombre lo había apoyado cuando todos, incluyendo su familia –mejor dicho, empezando por su familia– habían querido que renunciara a su sueño idealista e se dedicara a lo que estaba destinado al nacer donde había nacido.

Así que, con un suspiro de resignación, Kyu aceptó lo inevitable. Esta Navidad tendría que ir a ayudar a Santa con lo que sea que tuviese planeado.

*****

Sandy llegó a la clínica con los ojos rojos de tanto llorar. Había llamado a su padre desde el aeropuerto, le había dicho que estaba bien y casi no había escuchado su respuesta. Ahora, no sabía que haría, lo único que sabía era que no quería regresar. Jamás. En el aeropuerto había llamado a Melissa y ésta le había dicho que podía usar su apartamento en el segundo piso de la clínica sin problema. Ella había ido a visitar a sus abuelos y la clínica sería atendida por un médico en prácticas que necesitaba las horas extras. Así como ella las había necesitado el año anterior.

El recuerdo de su ingenuidad le dolía casi tanto como el dolor físico.

Afortunadamente, el billete que había recibido como regalo de navidad era en una sección privada de primera clase. Al parecer, esta sección siempre lleva dos o tres asientos desocupados para eventualidades como esa. Sandy aún recordaba a la azafata preocupada al verla llorar. Había sido un alivio subir a bordo y fingir que dormía todo el viaje. Ahora, diez horas después, de regreso en Australia, no tenía ni sueño ni lágrimas. Y si era sincera, tampoco tenía corazón o esperanzas.
Al llegar a la clínica, encontró el paquete de comida que habían utilizado en los dos gatitos que Melissa llamaba ―recepcionistas‖ ya que deambulaban por toda la recepción y miraban fijamente a los clientes antes de maullarles como si les entendieran y estuvieran tratando de atenderlos. Ambos estaban encerrados en el cuarto de juguetes y allí debían quedarse mientras la clínica estuviera cerrada. Pero como Sandy no tenía ganas de estar sola, abrió la puerta y dejo salir a Thor y Hulk. Dios, su amiga debía dejar de ver tantas películas de acción.

Los dos gatitos estuvieron más que felices de verla. Ambos eran muy consentidos y Sandy siempre había jugado con ellos, por lo que los tres se dirigieron a la parte trasera de la clínica. Allí había un gran patio que ahora estaba cubierto de nieve.
Sandy adoraba sentarse en la silla que había junto a las ventanas de cristal y contemplar el viento mover las hojas de los árboles que rodeaban el jardín. La gran valla de color café que rodeaba el jardín parecía un marco para tan adorable imagen. Sandy apoyó su maleta contra la pared y se sentó junto a los gatitos.

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Capítulo Cuatro.

El Enredo.

Kyu Jong se despidió de su pequeña hermano y atravesó la puerta de roble que comunicaba la oficina de Santa con el resto del edificio. Era peor que visitar al rector en la época de escuela. Los nervios dominaban sus extremidades aunque Kyu sabía que ahora era un adulto y no había hecho nada malo. Agarró el picaporte con fuerza y una vocecita sonó desde el otro lado, invitándolo a pasar. Siempre era así, él sabía lo que sucedía y, a veces, cuando la ocasión lo merecía se daba el gusto de demostrarlo.

Kyu entró y encontró a Santa como nunca antes lo había visto. Sentado detrás de su escritorio, con las manos cruzadas sobre la mesa y una mirada de preocupación.

—¿Qué sucede? —preguntó Kyu frunciendo el ceño.

—Rodolfo… y los demás renos están enfermos, Kyu Jong. No sé qué tienen, pero están sufriendo y en un par de horas debemos estar dando vueltas por el mundo. Necesito tu ayuda. Si tú no logras hacer que se muevan… la navidad estará arruinada.

Kyu exhaló el aire que, sin darse cuenta, había estado conteniendo. Eso no era posible. Los renos eran la prioridad número uno de todos los ayudantes de Santa, así que sus comidas y sus cuidados eran excepcionales. No podían estar enfermos.

—Por favor, ve a verlos —siguió hablando Santa—. Haz lo que puedas. Dejo esta navidad en tus manos.

La mente de Kyu funcionaba a gran velocidad, repasando todo lo que había estudiado sobre renos. Algo debería servir. Prancer y Vixen miraron con ojos de preocupación a Kyu. Ellos eran los dos renos más fuertes y hermosos que acompañaban a Santa y, por lo que podía ver Kyu, eran los únicos que aún estaban de pie.

Detrás de Prancer, los demás renos machos parecían estar inconscientes, excepto por Rodolfo que trataba sin éxito de avanzar hacia Kyu. Detrás de Vixen descansaban las demás hembras, parecían dormir y eso tranquilizó un poco a Kyu.

Después de examinarlos, Kyu tuvo la certeza de que los renos habían comido algo que los había intoxicado. Les dio abundante agua y algunas medicinas leves para limpiarles el estómago. Tras un rato, casi todos podían ponerse de pie, los únicos dos renos que parecían estar sufriendo más que los demás eran Cupid y Comet, los encargados de llevar la felicidad, pasión, amor y alegría de Santa.

Aún así, el par de tercos animales se pusieron de pie y estuvieron listos cuando Santa llegó allí. Dominik no quería que Cupid y Comet hicieran el acostumbrado viaje. Algo podría pasarles y no estaría allí para ayudarlos.

—Oh, pero sí estarás. Vendrás con nosotros por si algo sucede —dijo Santa haciendo que Kyu abriera mucho los ojos.

Jamás había acompañado a Santa, de hecho, él sabía que Santa viajaba solo.

Hoy, por precaución, viajaría con cuatro acompañantes en caso de que algo sucediera.

*****

Sandy vio una luz deslizarse desde el cielo hacia el jardín que estaba observando y, de inmediato, creyó haberse quedado dormida ya que lo que veía no podía ser real. Frente a ella, en el jardín de la clínica de Melissa, el veinticuatro de Diciembre a las once y media de la noche estaba aterrizando un trineo que era llevado por nueve renos y contenía cinco ocupantes.

Los gatitos comenzaron a maullar y rascar como si quisieran salir. Sandy, en contra de su lógica, abrió la puerta que daba al jardín y salió. Si esto era un sueño no podía hacerle ningún daño ir a mirar.

Al llegar junto al trineo, Sandy sintió un escalofrió que la hizo dudar de su estado somnoliento, allí en medio de la nieve había dos renos esforzándose por respirar.

Cuatro de los hombres habían bajado y estaban revisando a los demás renos mientras el quinto hombre hablaba con los animales caídos. Su voz era suave y dulce mientras les aseguraba que estarían bien. Junto a él, los dos gatitos miraban preocupados a sus hermanos animales.

Sandy se sentía tranquila observando al hombre cuidar a los renos, pero cuando vio a uno de los otros hombres tratar de meter algo en la boca de otro reno, saltó hacia él gritando como si algo muy en su interior la impulsara a hacerlo.

—No le des eso —el hombre se sobresaltó al escucharla, pero en lugar de detenerse trató de embutir lo que sea que tuviese en la mano con más fuerza en la boca del indefenso reno.

Ella utilizó el subidón de adrenalina para saltar sobre él y, aunque el hombre era casi el doble de grande que Sandy, logró tumbarlo de espaldas.

Sin importarle su propia seguridad, Sandy se giró para evitar que el reno tragara lo que este hombre le había embutido. Cuando el reno lo escupió, respiró aliviada. Fue entonces cuando se dio cuenta de que el hombre al que había golpeado yacía en el suelo, bajo el peso de dos de los otros hombres y las miradas de todos, incluyendo los renos, estaban fijas en ella.

Esto no parecía para nada un sueño y, aunque su mente le decía que podía estar en peligro, su instinto se calmó al fijarse en el hombre mayor que portaba un traje rojo y le sonreía con cariño. ¡Estaba frente al mismísimo Santa!

Una respiración agitada le hizo volver a prestar su atención a los dos pobres animales que sufrían en la nieve.

—Vamos dentro —dijo Sandy y todos la siguieron. Ya podrían hablar luego, ahora esos animales necesitaban su ayuda.




                                   




La Explicación.

Sandy entró y preparó la habitación de cuidados de animales. Allí había mesas y utensilio de cirugía, los cuales rogaba no fuesen necesarios. Dos hombres habían cargado a los renos enfermos y los estaban depositando en un par de mesas. Sandy se lavó las manos y al girar se encontró de frente con unos ojos hundidos en un rostro bronceado y casi perfectamente masculino.

Cuando el hombre le indicó con la cabeza que se moviera, Sandy se alejó ruborizada.

—Necesitan agua y suero. Lamento que tengamos que molestarte pero me alegra que hayamos caído justamente en el patio trasero de una clínica veterinaria donde hubiese alguien que nos pudiera ayudar.

La voz era la misma que le había susurrado a los renos que estarían bien y aunque no era tan dulce ahora que se dirigía a ella, seguía sonando igual de hermosa a los oídos de Sandy. Se apresuró en preparar todo y, entre ambos, estabilizaron a las pobres criaturas. Ahora era el momento de enfrentarse a lo que le esperaba en la recepción.

Sandy estaba nerviosa, tenía siete renos, dos gatos y dos enormes y deliciosos hombres esperándola en la sala de espera. Al mirar por encima de los renos pudo ver a Santa sentado en un sofá junto a la puerta, cuidado a un noqueado hombre junto a él.

—Bueno, quiero una explicación —dijo Sandy esperando que su voz hubiese sonado más firme de lo que ella misma sentía.

Los hombres fruncieron el ceño y miraron por encima de su hombro. Escuchó al hombre que había ayudado a estabilizar a los renos diciendo que estaban bien.

Tendrían que dejarlos descansar, pero estaban a salvo.

Todos se relajaron al oír eso, los renos se acomodaron en el suelo y los hombres caminaron hacia Santa, incluso los gatos dejaron de prestarle atención. ¿Es que acaso no había hablado en voz alta?

—Si lo hiciste cariño —dijo Santa captando su atención—, pero ellos no quieren hablar contigo. Se supone que no deben. Ahora bien, nos ayudaste y la cortesía mínima sería bien recibida en este caso.

Las palabras de Santa hicieron girar bruscamente a los dos hombres que casi habían llegado a la puerta. Ambos eran enormes, tenían los ojos oscuros, piel blanca y cabello tan rubio que parecía plateado. Sus facciones eran tan distintas, que Sandy estuvo segura de que estos dos hombres tan apuestos no estaban emparentados entre ellos.

Ambos dijeron 'buenas noches y gracias por su ayuda' en completa sincronización con el hombre situado a su espalda. ¿Cómo podía haber olvidado que ese extraño se había quedado en la habitación con los renos?

Un gemido en voz baja atrajo la atención hacia el hombre que despertaba junto a Santa. Sandy vio con horror que el hombre no estaba atado y podría atacarlos o escapar, ya que estaba muy cerca de la puerta.

Pero antes de que Sandy pudiera hacer algo, Santa la sorprendió de nuevo, calmando su agitación.

—Ya está bien, la influencia que había en él se ha ido.

¿Influencia? ¿Influencia de qué o de quién? Sandy no lo comprendía y cuando el hombre se sentó junto a Santa y miró alrededor, mostrándose desorientado antes de preguntar. ¿Dónde estamos? Y ¿por qué me duele la cabeza?, Sandy entendió que algo se había apoderado de él.

El pobre hombre miraba a sus compañeros y Sandy notó que compartía los mismos delicioso rasgos que los otros dos. Pero no del cuarto hombre. Aquel que le detenía la respiración aceleraba la sangre era de piel bronceada y cabello negro.

—Por estas fechas —Santa le sacó de sus reflexiones—, los malos sentimientos de los humanos pueden llegar a convertirse en presencias que poseen almas puras y les hacen realizar horribles trabajos para evitar que la navidad se lleve a cabo.

Afortunadamente, los renos son una prioridad tan alta que aún bajo esa oscura influencia Viktor no les hizo un daño irreparable.

El hombre miró aterrorizado a Santa. Sus manos se apretaban en sus costados y sus labios se entreabrieron en una mueca de espanto que hizo a Sandy sentirse mal por él. Parecía que, en verdad, no sabía lo que había estado haciendo.

—Si— dijo Sandy atrayendo la atención hacia sí misma. —estarán bien muy pronto.

El hombre la miro con tanta gratitud que Sandy se sintió incomoda y dio un paso atrás, chocando contra un cálido y fuerte pecho. Rayos.

Santa siguió hablando mientras el hombre situado detrás de él colocaba suavemente las manos en sus hombros. Era un gesto cálido y Sandy sintió que lo que sea que Santa dijera no sería muy fácil de asimilar.

—Sandy,— dijo Santa con tanto cariño que ella sintió sus ojos húmedos—. Por favor, no te asustes y comprende lo que te voy a pedir. Necesitamos que no hables de nosotros con nadie. Santa no debe ser visto y mucho menos en compañía de cuatro elfos.

¿Elfos? ¿Estos magníficos hombres no eran… bueno, hombres?

—Ahora mismo —prosiguió Santa con una sonrisa que Sandy interpretó como 'escuche eso que pensaste'— debemos marcharnos o la navidad estará arruinada, pero no podemos llevar a Comet y Cupid en ese estado. Si no te molesta, los dejaremos aquí y Kyu se quedará contigo para cuidarlos.

Antes de que Sandy preguntara quien era Kyu, el hombre tras ella apretó la sujeción en sus hombros y gritó por encima de su cabeza.

—¿Por qué yo? Sería mejor que Vladimir o Andrey se quedaran y yo fuese con ustedes por si algo ocurre.

—Los demás renos están bien, Kyu, y ya lo he decidido.

Las palabras de Santa eran firmes y Sandy sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando le oyó susurrar 'Feliz navidad, Sandy' antes de salir y tomar su lugar en el trineo. Los demás hombres se despidieron y subieron al trineo en cuanto los siete renos restantes ocuparon sus posiciones.

Sandy observó por la ventana cómo el trineo se elevaba y desaparecía. Ahora estaba sola con un elfo que le haría olvidar sus penas mejor que si hubiese tomado alguna bebida con alcohol. Tal vez… debería bebérselo y disfrutar de una navidad sin pensar en sus preocupaciones.


                                       




La Decisión.

Kyu se sentía extraño. La mujer lo atraía como una polilla a la luz. Sus
expresivos ojos lo habían cautivado y, aunque era pequeña y delicada a su lado, Kyu quería probar ese fuego que había visto arder cuando saltó sobre Viktor para proteger a Dancer.

No contaba con que Santa borrara su mente, así que no podía simplemente
tratar de seducirla y satisfacer su cuerpo. Esta noche sería una jodida tortura.

*****

Sandy se sentía tímida y deseosa. Cada vez que miraba a Kyu una parte
de su mente y su corazón se derretían al imaginarlo embistiéndola sobre ella con toda la fuerza que esos músculos parecían tener. Cuando le sugirió que se quitara el abrigo de invierno y él reveló una sudadera azul y un pantalón negro que se aferraban a su gran pecho y musculas piernas, Sandy estuvo a punto de saltar sobre él.

Ahora, casi se arrepentía de no haberlo hecho. Ambos estaban sentados
mirando por la ventana. El silencio, aunque agradable, no era lo que Sandy quería y después de tomar una bocanada de aire se decidió. Esta noche era libre. Nada le impedía tratar de seducir a Kyu y si él la rechazaba... bueno... al día siguiente ya no tendría que verlo más. Santa le había dicho cuando estaba subiendo al trineo que regresaría al día siguiente.

*****

Kyu sintió a Sandy levantarse y desvió su mirada hacia ella, tal vez tenía
sueño y quería irse a dormir. Cuando ella dijo 'Me voy a la cama' Kyu se sintió
aliviado y triste por su partida.

Una parte de él quería acompañarla y, la otra parte, ¡rayos!, la otra parte también quería.

Pero no podía obligarla, así que se quedaría allí sentado y la dejaría irse a dormir.

Cuando ella estiró una mano hacia él y se mordió el labio inferior, no vaciló.
Se levantó de un salto, agarró su mano y la siguió todo el camino hasta una
habitación en el segundo piso.

Allí, Sandy lo soltó, encendió la luz y comenzó a desnudarse frente a sus
ojos. Kyu se acercó a ella y le sostuvo el rostro entre sus manos mientras le
preguntaba,

—¿Estás segura de esto?

Ella se sonrojó y susurro un ronco 'Sí' que hizo volver a la vida a la polla de
Kyu.

Ambos se deshicieron de su ropa y se miraron a los ojos mientras caminaban
hacia la cama. Sandy levantó las sábanas y antes de zambullirse allí, revisó el cajón de la mesita de noche. Sacó un condón y lo levantó en su mano mientras sonreía tímidamente hacia Kyu.

—No sé si puedo quedar embarazada de ti, pero como no veo ninguna diferencia entre tú y un hombre humano creo que lo mejor será prevenir.

Kyu sonrió y, arrodillándose sobre la cama, se levantó el cabello para
mostrarle sus orejas. Eran un poco puntiagudas.

—Esta es la única diferencia entre nosotros y los hombres humanos, por eso
llevamos el cabello un poco largo, si nos encontramos con humanos podemos llegar a parecer uno de ustedes. —Dejó caer su cabello y tomó el preservativo de la mano de Sandy.

—Lo siento preciosa, aunque me gustaría jugar con tu cuerpo antes de
tomarte, me temo que no puedo esperar.

Sandy esbozó una sonrisa mientras se recostaba en la cama.

—No te preocupes, yo tampoco puedo esperar.

Kyu se puso el preservativo y se ubicó bajó las sábanas con Sandy, pronto los labios de Kyu habían probado cada centímetro de piel que habían
alcanzado mientras se posicionaba entre las piernas de Sandy y comenzaba a
penetrarla.

Había estado asustado ante la posibilidad de lastimarla, pero al entrar en ella
toda el deseo que su cuerpo y corazón le pedían que lo hiciera.

Los gemidos de Sandy llenaron la habitación y, mientras Kyu cerraba
sus ojos y se dejaba llevar por las placenteras sensaciones, Sandy enterró sus manos en sus anchos hombros y lo miró fijamente al rostro hasta que las olas de éxtasis le nublaron la vista. Jamás se había sentido tan conectada con Siwon y eso le aterrorizaba porque, por la mañana, Kyu se iría y jamás lo volvería a ver.


                                    

¿El Adiós?

Los rayos del sol despertaron a Sandy y todos los recuerdos del día anterior la invadieron. Después de hacer el amor, Kyu había apagado la luz y la había abrazado mientras hablaban. Ella le había contado lo de su familia y él le había contado como había sido rechazado en la comunidad de elfos por ser de cabello oscuro y piel bronceada.

Ella le habló de su estancia allí en Corea y él le habló de su trabajo en el polo norte. Al final, Sandy se había dormido entre los brazos de Kyu y no había despertado hasta ahora.

De pronto, su corazón se tensó, Kyu aún no se habría ido, ¿verdad?

Sandy se vistió a toda prisa y bajó al primer piso para encontrar a Kyu alimentando a los dos gatitos.

—Buenos días, hermosa —dijo Kyu—. Cupid y Comet están mucho mejor, ya los alimenté y esperaba que me acompañaras a buscar algo de desayunar ya que no pude encontrar nada de alimento que no fuese para animales.

Sandy sonrió y le pidió a Kyu que la esperara diez minutos mientras se daba una ducha.

Sandy notó que el piso de la ducha estaba mojado, Kyu se había bañado y ella ni se había dado enterado. Rápidamente, se duchó y se vistió antes de bajar de nuevo. Allí estaban un par de hermosos renos jugando con los 'recepcionistas' y observándolos estaba Kyu, tan delicioso como la noche anterior.

Si esto era un sueño, Sandy no quería despertarse.

Tras ir a desayunar en la única panadería que encontraron abierta, regresaron a la clínica, se sentaron el sofá y Sandy decidió abordar la conversación que ambos parecían querer aplazar.

—¿Te irás esta noche? —dijo Sandy, conociendo la respuesta pero queriendo
fortalecer su corazón para cuando Kyu se fuera.

—Sí —contestó Kyu, mirándola a los ojos.

—¿Te volveré a ver?

—Tal vez si, tal vez no. Eso depende de ti.

Sandy entrecerró sus ojos.
—Explícate.

Kyu suspiró antes de hablar.
—No puedo quedarme aquí, así que si me voy y tú te quedas no podríamos
volver a vernos.

En la cabeza de Sandy sonó un clic al entender lo que él estaba insinuando.

—¿Quieres que me vaya contigo al polo norte?

Kyu la miró con sus profundos ojos y asintió.

Sandy se quedó sin aire, él quería que ella lo acompañara. ¡No quería dejarla!
El corazón de Sandy se estremeció, no sabía si esta relación funcionaria, pero
estaba segura de una cosa; no se quedaría en Corea preguntándose lo que podría haber sido si hubiese decidido irse con Kyu.

Sandy saltó a los brazos de Kyu y le susurró

—¡Sí, sí, sí!

Mientras, él comenzaba a besarla y ambos empezaban a despojar al otro de
su ropa.

En seguida, Sandy se encontró sentada a horcajadas sobre Kyu mientras
este deslizaba su polla en su tibio canal. Qué bueno que Kyu hubiera tomado
un preservativo de la mesita de noche y no tuvieran que detenerse.

Los renos y los gatitos se habían retirado a la sala de juegos, el plan de Santa
compañera y esta joven por quien su padre y su tío rogaban a Dios cada día con
todo su corazón, había encontrado su lugar y desde ahora sería muy feliz.

Si pides algo con todo tu corazón, Santa te lo concederá.

*****

Sandy tenía su maleta lista, después de todo no había tenido tiempo de
deshacerla la noche anterior. Kyu le había dado su dirección en el polo norte y
ella había dejado una nota para que el trabajador enviara el resto de sus cosas allí.

Habían salido a almorzar y esperaban a Santa.

Mientras Kyu se encargaba de alimentar a los renos y revisar que estuvieran en condiciones de viajar, Sandy llamó a sus amigos; les habló del nuevo trabajo que la esperaba en el polo norte y prometió que los visitaría y les diría si las cosas no funcionaban. Luego llamó a su padre, él fue comprensivo y, de nuevo, le ofreció todo su apoyo. Se despidieron con la promesa de que Sandy se mantendría en contacto.

Finalmente cerca de las once y cuarto de la noche, Santa aterrizó en el
jardín. Todos los renos estaban emocionados de estar juntos de nuevo. Santa no pareció sorprendido cuando Kyu le dijo que Sandy iría con ellos, al contrario, había sido todo un éxito. Aquel elfo que se sentía solo acababa de encontrar a su amor, la sonrisa en su rostro hizo que Sandy estuviera segura de que esa caída en el jardín de la clínica no había sido tan casual como le había parecido la noche anterior.




                                      





Epílogo.

¿Dos?

Casi un año después.

Sandy disfrutaba mucho de todos los cuidados que su esposo y su nueva familia tenían para con ella. Su suegra le consentía con alimentos deliciosos mientras su suegro le contaba toda clase de historias fantásticas.

Su cuñada se desvivía por tenerla cómoda y su esposo, su hermoso Kyu Jong, la hacía sentir amada cada momento que pasaban juntos.

Aún le parecía extraño llamarlo de esa forma, todo había sucedido tan de prisa que casi le parecía estar soñando. Después de viajar con Kyu y establecerse como su mano derecha en el cuidado de los animales en el polo norte, Sandy no habría ni soñado que Kyu quisiera hacer todo más formal. En Febrero del siguiente año, la sorprendió pidiéndole que se casaran y en Marzo ya lo habían hecho.

La ceremonia había sido bellísima y, por supuesto, su familia había sido invitada. Su prima estuvo allí con su precioso bebé de tez muy oscura. Sandy había quedado boquiabierta cuando la había visto llegar sin Siwon y con un bebé afroamericano.

Su padre y su tío le explicaron que su prima había mentido incluso al decir que el niño era de Siwon.

Esa noche en el bar, Siwon había caído inconsciente y no había tocado a Lizbeth, así que ella había buscado alguien disponible y se había embarazado.

El problema es que el hombre tenía raíces afroamericanas y el niño de Lizbeth nació idéntico a sus ancestros. Siwon se había desentendido de ella y había regresado a Nueva York. Él sabía que ella estaba con alguien más y había decidido no molestarla en nombre del gran amor que alguna vez compartieron.

Su prima trató de acercarse a Kyu, pero éste la alejó y para sorpresa de Sandy, su madre y su tía se hicieron cargo de evitar que se le acercara de nuevo. Sería muy difícil olvidar todo lo que había sucedido entre ellas, pero Sandy estaba segura que con el tiempo podría volver a querer, o al menos aguantar, a la parte femenina de su familia.

Ahora Sandy se preguntaba si debería empezar a pensar en ir a visitarlas.

Después de todo, ella tendría lo que su madre y su tía siempre anhelaron, un par de preciosas niñas con idénticos ojos obscuros, cabello negro y piel blanca .

Eso le había dicho Santa hacia unos días y Sandy le creía.

Tal vez, para la próxima navidad, Sandy podría llevar a sus dos pequeñas a visitar lo que, en algún momento, consideró su hogar.

...........................Fin.......................

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